domingo, 2 de febrero de 2014

                                                                     LOS CELTAS


El nombre "Celta" proviene del vocablo griego "Keltoi", cuyo significado es "bárbaro" o extranjero, y se refería a los pueblos extranjeros que los griegos conocían al norte de Macedonia.
La misma definición englobó pues en un principio a multitud de pueblos que debieron tener un origen más o menos común.
De hecho, Herodoto, Eforo y Eratóstenes hicieron ya primeros estudios sobre los Celtas, y aunque se extendían a lo largo de media Europa, encontraron fuertes semblanzas que después los sabios romanos se encargaron de demostrar.


Podemos decir que hace más o menos MM años ocupabamos todo el centro de Europa, y que unos CL años más tarde nos introdujimos en la Galia, Britania e Iberia.
Los celtas en todas sus variantes fuimos un pueblo predominantemente guerrero, y que frecuentemente se nos dota de una faceta cruel, sanguinaria y devastadora.
Lo cierto es que debimos formar una sociedad muy rígida y jerárquica, donde los máximos cargos los ostentaban los señores de la guerra, los druidas y acaso los consejos de ancianos.
En los escasos escritos recogidos en las profundidades de Celidón se hace de vez en cuando referencia al Hospitum, clientela y gentilidades; las dos primeras debieron ser, según expresa Diodoro, instituciones que regulaban la relación entre individuos, mientras que las gentilidades parecen responder más al concepto de tribu o autonomía económica; casi siempre lo que ligaba a una gentilidad era el propio linaje, y esto mismo se usaba para nombrar a las personas.


El punto álgido de nuestra "civilización" lo alcanzamos hace unos MD años, cuando incluso se cree que llegamos a la península romana.

Pero CD años más tarde sucumbimos ante el poder de Roma en gran parte de Europa, aunque resistimos , pero ya como entidades aisladas, en Britania, Germania, Bélgica, etc.
De nuestros cultos religiosos poco se sabe.
Lo que sí se conocía era que nuestros sacerdotes se les conocía bajo el nombre de Druidas, y que solían hacer sus ceremonias no en templos, sino bajo la protección de los bosques.

Los escritos hallados nos permiten calificarnos como hombres muy sabios, que sabían leer y escribir, que conocían tanto el celta (en sus variantes) como el Griego, que eran muy respetados entre nuestro pueblo (no como nosotros), y cuya función principal era relacionar el alma de cada uno con lo inmortal.
Iban siempre provistos de una hoz de oro y de muérdago recién cogido. Y es de destacar que en sus prácticas religiosas ofrecían sacrificios; los humanos eran los más valorados.

Conocíamos los celtas muchas deidades y símbolos para venerarlos, pero entre ellos, según Diodoro, destacaba Lugh, Dios de la tierra, artes y oficios, al cual se le dedicaba un festival en Lugnasa (I mes después del solsticio veraniego) conocido como Mercurio entre los romanos y Marte, el Dios Ares romano, señor de la guerra, y al cual se le ofrecían sacrificios humanos.